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¡Mama Tengo Que Morir Para Que Tu No Mueras!

Evelyn Acevedo Peña


¡Que dolor! Dentro de mi cuerpo sentía como si tuviera vidrios rotos y cada movimiento que hacia me sentía que me iba a desmayar. Luche por no hacerlo ya que tenia a Elías en casa. Elías era un niño de tres años que yo cuidaba en mi casa desde las 7:00am hasta las 4:00pm. Su mama era maestra en la ciudad. Me complacía que cuando ella llegara encontrara todo listo. Sus botellas, sus ropitas y sus cositas acomodadas en sus bultos. La pobre venia en tren y el viaje era de una hora aproximadamente. Tenía una hija de seis años que tenía que recoger antes de llegar a buscar al nene. Llegaba tan cansada que por consideración a ella no me gustaba que perdiera tiempo esperando por mí para acomodar las cosas. Ella lo agradecía  mucho.

        Yo llevaba varios años de casada. Amaba intensamente a mi esposo. El era sumamente amable, gracioso y tenía sentido de humor. Yo le llamaba el hombre que podía arreglar todo. Desde electrónica, madera y lo que no sabía lo investigaba y improvisaba como arreglarlo. Estudiaba y trabajaba al mismo tiempo. Mi fe en el era tanta que yo decía que si yo me rompía como un robot yo se que el buscaría la manera de arreglarme. Así era mi fe en el. 

        Éramos jóvenes y yo nunca tome nada para evitar tener hijos. Notamos que yo no quedaba embarazada y todo el mundo preguntaba cuando íbamos a tener un bebe. Habían días que esto me molestaba pero habían otros días que ni cuenta me daba del detalle. Estábamos jóvenes y teníamos mucha energía. Por el amor que nos teníamos, el intentarlo no era un trabajo más bien una fiesta. Con muchas risas y pavera me decía, “Hoy vamos a hacer un muchacho”.  Cuando se es joven uno no piensa en doctores o que tal vez haiga algo malo en tu sistema de reproducción. Se vive para amar, reír  y resolver los problemas que se presentan.

        Pasaron los años y nada. Nos educamos sobre el tema de infertilidad.  Consultamos doctores, especialistas y nada. Mi etiqueta me la cambiaron.  Ahora era la esposa machorra que no podía tener hijos. Odiaba esa palabra con toda mi alma. Estaba prohibido tocar las flores del jardín porque como no era fértil podía secar las matas. ¿De dónde las personas se sacaban estas estupideces? ¿O tal vez era crueldad intencional?

        Recuerdo de niña inocentemente tenia fantasías que yo iba tener diez niñas. Conocía de una casa que tenían esa cantidad de niñas y parecían que tenía una fiesta todos los días. Se oía música, bailes, risas y peleas. Mi mama tuvo tres hijos y yo era la única niña. Un poco aburrida y muchas reglas. Mi padre, mis dos hermanos y especialmente mi mama. 

        La vida continuaba y practicaba con Elías ser madre. Mi esposo estudiando y trabajando. Estaba totalmente frustrada y mi amado con mucha paciencia soportando mis melancolías y hormonas.

        El día que me enferme con el dolor que sentía y esa sensación de vidrios rotos dentro de mi tuve que llamar a la maestra para que dejara todo y viniera a recoger a Elías ya que me sentía desmayar. Sentí un frio horrible. Me puse capas y capas de ropa dentro de la casa. Era como si estuviera en Alaska, desnuda en la calle.  ¿DIOS que me pasaba? Mi temor era que me fuera a desmayar y Elías se quedara solo en la casa sin atender y el sin entender que me pasaba. Lo puse con mucho dolor en la cuna para asegurar que nada le fuera a pasar si me desmayaba. Llame a mi esposo y le conté lo mismo que a la maestra. Los dos trabajaban en la ciudad y necesitaba que no pararan en ninguna parte y que llegaran lo  más pronto posible.

        Mi frio aumentaba y decidí meterme en la bañera con el agua lo más caliente que aguantara mi cuerpo. ¡Error! Mi dolor aumento y el frio no se me quito. Me salí como pude ya que el dolor era intenso. Cada movimiento se sentía como si tuviera a alguien con una navaja cortándome. Llego la maestra primero y le asegure que tal vez no era nada. Que tal vez fueran gases o mala digestión.  Se fue preocupada pero le dije que ya mi esposo estaba por llegar. Había llamado.

        Cuando llego mi esposo yo estaba con las capas de ropa, debajo de una frisa eléctrica casi desmayada. Estaba blanca como un papel y el dolor era tan intenso que le dije que prefería morirme antes de bajar las escaleras. El llamo la ambulancia me tomaron la presión y le notificaron a mi esposo que la tenia peligrosamente baja. Tenían que llegar pronto al hospital. Me montaron en una camilla y llegamos al hospital.

        A todo esto yo no sabía lo que estaba pasando.  Solo veía el corre y corre.  Los doctores hablando con mi esposo. Lo vi llorando como un niño. Le habían comunicado que tal vez iba a morir.  Tenía una hemorragia interna y había perdido mucha sangre. El agua caliente empeoro las cosas.  Que notificaran a mis padres de mi gravedad y que no me aseguraban.  Ellos estaban en Puerto Rico.

        A mí solo me dijeron que me tenían que operar pero eso fue todo.  Nada de que tal vez me convertiría en cadáver.  Cuando me pasaron por el pasillo le di instrucciones que le diera de comer a mi perrito Pupi y que no fuera tan estricto con el ya que él se quejaba que yo lo consentía demasiado. Empezó a sollozar ya que el sabia que me estaba muriendo y yo preocupada por mi perrito. 

        Me pasaron a la sala de operación y sentí que me estaba yendo. Oía voces dando órdenes y personas poniéndome monitores, sangre y sueros.

        De repente sentí una paz. Tal vez eran los medicamentos pero no tenía miedo y me sentía soñolienta. De pronto no sé de donde salió el rostro de un bebe que se parecía a un retrato que era de mi esposo cuando tenía apenas un añito de vida. Lo vi clarito. Tenía el rostro redondo como él y tenía su única sonrisa. El bebe me miro y se sonrió conmigo y me dijo, “Mami tengo que morir para poder salvarte.  Quiero que vivas y seas feliz”.

        Me fui del mundo y cuando desperté me entere que había estado embarazada y tenía tres meses de embarazada. Como no estaba en el útero no me di por enterada. El bebe estaba creciendo a los tres meses exploto causándome una hemorragia interna que por poco me mata.  ¡Que estaba viva de milagro! Al abrír mi vientre también me encontraron un tumor con raíces que había dañado muchas partes de mi útero y que tuvieron que remover la mitad de todo. Tal vez porque éramos jóvenes con esa mitad podía quedar embaraza. Nunca paso.

        ¿Cómo se explica este suceso? No sé. Solo sé que siento  que mi hijo me aviso como un ángel que si él no se hubiera colocado fuera de mi útero a lo mejor no me hubieran encontrado ese tumor y hubiera muerto de cáncer.

        ¿Cómo se explica esto? Hay cosas que no tiene explicaciones. Lo tomas y lo procesas en tu computadora mental. Sin volverte loca o amargada.

        Un secreto: todos los días veo el rostro de mi bebe héroe en el rostro de mi querido esposo. Su carita redonda y su sonrisa diciéndome que luche por vivir y siento paz.

        Si mi esposo supiera.

        Solo doy gracias a DIOS…por mi vida.

 

Fin
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